José Mª Penco, director de AEMO
Las dos campañas de producción y comercialización de aceite de oliva anteriores, 2022/2023 y 2023/2024, han sido las más convulsas del siglo XXI, las condiciones climáticas extremas marcaron unas producciones históricamente cortas que, si aplicamos luces largas, han aportado datos inéditos sobre el comportamiento del consumidor, datos sorprendentes hasta ahora desconocidos. Permítannos hacernos una pregunta ¿Habremos aprendido la lección?
En la vida hay tres tipos de situaciones, (1) las que nos gustan, (2) las que no nos gustan, y (3) las que nos gusten, o no nos gusten, son como son y no pueden cambiarse…. esto último es lo que ha ocurrido en nuestro sector, y estaremos de acuerdo que a nadie podemos culpar de los avatares del clima. La producción de aceite de oliva en España en particular, y en la Cuenca Mediterránea en general, durante las dos últimas campañas ha sido inédita, hemos encadenado dos producciones muy cortas y esto ha tenido sus inevitables consecuencias en el consumo y en los precios.
“Hemos encadenado dos producciones muy cortas y esto ha tenido sus inevitables consecuencias en el consumo y en los precios»
Contábamos pues con unas disponibilidades globales limitadas de aceite de oliva, y teníamos un periodo de 24 meses para distribuirlas (octubre de 2022-octubre de 2024), es decir, sumando las existencias con las que partimos en octubre de 2022 y adicionando las dos producciones siguientes, teníamos que llegar a octubre de 2024 con aceite suficiente, con un mínimo técnico, para que los lineales del mundo no se quedaran desabastecidos, situación que, de haberse producido, hubiera sido convulsa y difícil de explicar al fiel ejército de consumidores del oro líquido. Y esto es lo que ha desencadenado la inevitable subida de precios, no emprendamos una caza de brujas donde no lo hay.
Cadena de valor
Respecto a los distintos actores de la cadena de valor somos de los que pensamos que, en general, el comportamiento de los diferentes eslabones, desde el olivarero hasta la distribución, ha sido correcto y poco se podía hacer ante la baja disponibilidad de aceite, simplemente entre todos, y al ritmo del mercado, se han regulado las salidas mensuales para que, como se ha indicado, lográramos enlazar con unas existencias que serán casi nulas en el inicio de la inminente campaña, como así va a ser.
Ante esta indeseable, pero inevitable, situación para todos, se han sucedido algunos comentarios y reflexiones de diferentes “expertos” difíciles de entender, ponemos algunos ejemplos:
– Debido a la especulación y a los altos precios, el aceite de oliva está perdiendo cuota de mercado frente a sus grasas competidoras y será muy difícil recuperarla. Falso. Cierto que se ha perdido cuota, pero ¿quedaba otra alternativa?, ¿cómo no se va a perder cuota de mercado si no hay aceite de oliva para abastecer al mismo ritmo de las salidas anuales de los años anteriores? Simplemente hubiera sido imposible no perder cuota de mercado, es más, la única forma de no hacerlo hubiera sido mediante fraude, mezclando aceite de oliva con otros aceites de inferior categoría y etiquetándolo como oliva… lo cual afortunadamente no ha ocurrido, exceptuando algún caso particular de delincuentes que han sido detectados y neutralizados. Respecto a que no recuperaremos la cuota de consumo, la historia nos demuestra que si lo haremos. Si miramos hacia atrás veremos cómo después de un pico de precio donde se pierde consumo, se recupera relativamente rápido cuando este disminuye.
– El alto precio que ha alcanzado el aceite de oliva es fruto de la especulación de diferentes eslabones de la cadena de valor. Falso. El precio que ha alcanzado el aceite de oliva, que no es alto, sino muy alto, nos ha sorprendido a todos, hasta ahí cierto. Pero porqué alcanzó estos niveles no es culpa de los productores, ni de las cooperativas, ni de los almazareros, ni de los corredores, ni de las envasadoras o distribuidores… alcanzó estos niveles porque teníamos que recortar salidas, y el consumidor marcaba el ritmo de sus compras. Ante esto el precio subía y subía para alcanzar esos necesarios recortes de salidas… no es culpa de nadie, es simplemente debido a la fidelidad demostrada por un consumidor nacional e internacional que se resistía a dejar de consumir la grasa más sana y más rica de todas las conocidas.
Campaña 2024/2025
Y habiendo ya mostrado lo que ha ocurrido hasta el momento, analicemos lo que puede venir a partir del mes de octubre, cuando comience a fluir el aceite en la campaña 2024/2025, partiendo, como lo hacemos, de unas existencias casi nulas. Para nosotros ahí está el gran reto, lean bien, en los próximos meses nos enfrentaremos al reto más importante del sector oleícola en el último siglo.
El primer dato que marcará el comportamiento del mercado, como es normal, será la previsión de la cosecha que se avecina. Arrojar, en este momento, datos fiables es un atrevimiento, pero después de la primavera e inicio del verano en el Mediterráneo podríamos afirmar que, en principio, será una cosecha media, moderada.
Todo parece indicar que no será una cosecha tan corta como en los dos últimos años, pero tampoco una cosecha superior a la producción global media, que se puede situar entorno a las 3.100.000 toneladas (5 últimas campañas). Así es, según nuestras estimaciones y basándonos en las prospecciones a expertos que hemos hecho en los países mediterráneos, con todas las reservas, nos sale una horquilla proyectada de producción mundial entre 2.950.000 t y 3.250.000 t. Si ahora analizamos el consumo medio mundial en las últimas 5 campañas (datos COI) resultan 3.124.000 t.
Considerando que el enlace, como hemos dicho, es técnicamente nulo, nos encontraremos ante una campaña de producción-comercialización prácticamente equilibrada, y repetimos, ¡partimos de existencias nulas!
Y a esto le vamos a unir otro dato crucial. Los costes de producción calculados por AEMO en España, año 2023, y actualizados según la subida de los últimos años de los precios unitarios, arrojan que producir un kilogramo de aceite de oliva en nuestro país, según el sistema de cultivo, tiene un coste medio ponderado que supera ya los 3.20 €/kg, y esto es considerando solo los costes anuales de explotación, es decir sin considerar los costes de inversión en la plantación, ni la renta de la tierra.
Puntos de partida
Dicho todo lo anterior, resumamos los puntos de partida para esta campaña 24/25: Partimos de unas existencias prácticamente nulas de aceite de oliva en el mundo; la disponibilidad mundial de aceite de oliva coincidirá básicamente con la producción que será, a lo sumo, media y que es muy parecida al consumo medio de los últimos 5 años; analizando las salidas medias mensuales de los dos últimos años el consumidor nos ha demostrado que valora el aceite de oliva y está dispuesto a pagar por él; los precios de 8 o 9 euros por kilo en origen, que se han llegado a alcanzar esta última campaña, estamos de acuerdo que no son buenos para nadie, pero ha ocurrido así por imperativos del mercado que tenía que recortar salidas; y los costes de producción se han incrementado más de un 32% en los últimos tres años.
Y siendo así, nuestra reflexión es que no hay absolutamente ninguna razón para un descalabro de los precios del aceite de oliva en los próximos meses, ciertamente tendrá que haber un ajuste, pero debemos considerar el equilibrio producción-consumo, la lección que nos ha dado el consumidor valorando nuestro producto y el incremento de costes.
Es la oportunidad para remunerar dignamente a todos los eslabones de la cadena de valor, el consumidor está dispuesto a dedicar una renta al aceite de oliva y será nuestra responsabilidad si renunciamos a ella, y hundimos los precios al infierno en el que estuvieron hace unas campañas, no hay ninguna, repetimos, ninguna razón para ello.
Precio mínimo
Proponer un precio mínimo para el aceite de oliva es un atrevimiento, pero afirmar que por debajo de 5 euros por kilo no existe remuneración justa si lo podemos hacer porque, dados los costes, son datos objetivos. A partir de este suelo técnico para no tener pérdidas, que los avatares del mercado marquen precios. Lo hemos repetido este año en muchas ocasiones y en muchos foros, el consumidor nos ha hecho ver que tenemos un tesoro entre las manos, el oro líquido es verdaderamente oro, no seamos nosotros los que acabemos con esta percepción banalizando vía precios, una vez más, el producto.
El mundo está dispuesto a dedicar una determinada porción de renta de su cesta de la compra al aceite de oliva virgen extra, y el sector oleícola mundial la necesita para seguir cultivando el olivo. ¿Cuál es el problema? Concluimos como empezamos: ¿Habremos aprendido la lección?… los próximos meses tendremos la respuesta. Si lo conseguimos tendremos que felicitarnos, si hundimos de nuevo los precios desde el origen no busquemos culpables fuera, porque los culpables seremos nosotros y nadie más.