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    Adrián de Pablo Díez, en un lugar de La Mancha

    Se licenció en Microbiología en la Universidad Complutense de Madrid en 2004. En la carrera sintió la llamada de la enología. Relata que fue un profesor el que le inculcó el gusanillo del estudio de las levaduras, sobre todo de la cerveza y del vino. Tanto, que cuando terminó, decidió hacer el máster de Enología y Viticultura en la Universidad Politécnica de Madrid (2005) y el máster en Gestión de Calidad Alimentaria en Bureau Veritas (2006).

    El enólogo madrileño es director técnico y gerente de la bodega Hacienda Albae, situada en Argamasilla de Alba

    La incorporación de Adrián de Pablo Díez (Madrid, 1979) al mundo profesional no se hizo esperar. Compatibilizó en 2004 su primer máster con la vendimia en Bodegas Soledad, del pueblo conquense de Fuente de Pedro Naharro. Tras una breve estancia en un vivero de Villafranca del Penedés, el enólogo madrileño trabajó en varias bodegas de la geografía española, primero como bodeguero multifunción en Ribera del Duratón, una bodega de la DO Valtiendas en la provincia de Segovia y después como responsable de calidad en Bodegas Aalto, del estelar enólogo Mariano García en la Ribera del Duero de 2005 a 2010.  Allí se encargaba del laboratorio, analíticas, controles de madurez, seguimiento de fermentación y finalmente, del envejecimiento.

    Su situación familiar hizo que Adrián de Pablo decidiera cambiar de aires con destino al entorno de su ciudad natal, recalando en Bodegas Valquejigoso como responsable de Calidad. Allí estuvo entre 2010 y 2015, guardando un muy grato recuerdo de esa experiencia, que califica como uno de los proyectos más interesantes llevados a cabo en la Comunidad de Madrid. Al tiempo, trabajó como asesor externo de la también bodega madrileña Muñoz Martin de Navalcarnero. En estas dos firmas predominaron en sus elaboraciones los vinos de garnacha, albillo y malvar.

    Finalmente, en 2017, se incorporó a su actual trabajo de director técnico en Hacienda Albae, una bodega en pleno viñedo en la localidad ciudadrealeña de Argamasilla de Alba. Allí, además de su función habitual de director técnico, capitanea los departamentos de gestión y comercialización.

    Proyecto muy distinto

    Adrián de Pablo manifiesta que Hacienda Albae constituye un proyecto vitivinícola muy distinto a los que había trabajado hasta entonces. “Me apetecía iniciar un nuevo reto”, subraya. Se trata de una bodega de mayores dimensiones que otras en las que ha estado y que se caracteriza por la elaboración únicamente de monovarietales. La finca, situada entre Argamasilla de Alba y Cinco Casas, tiene 220 hectáreas de viñedo: viognier y chardonnay (blancas) y merlot, syrah, cabernet sauvignon, tempranillo y malbec (tintas). El fundador fue el empresario Juan Antonio Carpintero, que, actualmente, sigue implicado en el día a día de la bodega.

    Adrián de Pablo explica que la decisión de trabajar con este tipo de uvas es porque buscaban variedades que aportaran mayor frescura a los vinos que elaboran. La totalidad de la finca se extiende en un terreno caracterizado por su alto contenido en agua, siendo una zona muy conocida por el cultivo de hortalizas. Esto permite el uso de riego por goteo que, junto a la utilización de sondas de humedad subterráneas, permiten el control del estrés hídrico de la planta en todo momento, algo muy necesario para obtener el grado de madurez óptimo.  Aunque en la práctica, desde hace cinco años, todo se cultiva de esa manera aún están en trámites de recibir la acreditación definitiva de producción en ecológico.

    Actualmente Hacienda Albae vende unas 200.000 botellas al año y su mercado fundamental es la exportación, destacando países como Estados Unidos, donde se le da una gran importancia a la variedad a la hora de comprar vino, Canadá e Inglaterra. También venden en Suiza, Holanda, Bélgica, Alemania, Polonia y algo en Australia.

    Vinos monovarietales

    La bodega solo hace vinos monovarietales, muy frescos, con mucha fruta y destacando el carácter de la variedad. No tienen una gran potencia tánica, siendo muy fáciles de beber y según su creador “muy divertidos”. Son vinos, apunta Adrián de Pablo, que se pueden servir más fríos “buscamos ser atractivos para el público más joven”.

    Todos sus vinos tintos están envejecidos en madera. En torno a seis meses en su gama más vendida: Family Vintage y entre 12 y 15 meses en su línea más alta, Family Grand. Por su parte, comercializan dos tipos de vinos blancos: envejecidos en sus lías en depósitos de acero inoxidable de las variedades viognier y chardonnay y envejecidos seis meses en madera, también de vioginer y chardonnay.

    La última novedad incorporada por la bodega ha sido la presentación este mes de septiembre de su nuevo vino tinto “El Diablar”, elaborados en la parcela que les da nombre y que como se puede colegir es una zona muy difícil, con mucha piedra y un suelo muy pobre, pero que ofrece unas uvas excepcionales de syrah.

    Por último, el enólogo de Hacienda Albae, quiere resaltar la buena relación calidad precio de los vinos que elabora. Todos están en torno a los 8 euros y han conseguido en los últimos años puntuaciones muy altas y medallas de oro de concursos nacionales e internacionales.

    Desde su llegada a la bodega, la producción de Hacienda Albae ha ido aumentando anualmente. Adrián de Pablo señala que la idea es seguir creciendo “se trata de un proyecto a muy largo plazo”. Recuerda que la bodega está capacitada para llegar al millón de botellas anuales.

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