Al abrigo de los Montes de Toledo y resguardada por el parque de Cabañeros, Dehesa del Carrizal se localiza en un paisaje idílico, donde la naturaleza es especialmente generosa. Cada semana, cada mes, sus viñas nos ofrecen una visión cromática diferente. Sus responsables están convencidos de que sería imposible encontrar una ubicación mejor para estos viñedos y su bodega.
El ejemplo más claro de esta maravillosa ubicación lo encontramos precisamente en este año, convulso a nivel climático, con fenómenos tan destructivos como Filomena, Dana, la ola de calor… A pesar de todos estos graves contratiempos, en Dehesa del Carrizal, han gozado de un año climático muy favorable para sus viñedos. La nieve caída sobre las viñas en invierno, no afectó al ciclo evolutivo de las cepas, que asimilaron bien el deshielo posterior. La primavera y el verano no han sido especialmente calurosos, lo que ha favorecido un ritmo de maduración de las uvas lento, progresivo, con buen equilibrio entre azúcar y acidez, alcanzando así los parámetros óptimos que exigen sus estándares de calidad.
Sus vinos son diferentes, con carácter propio y la denominación de Pago
Sin duda, la climatología afecta al ciclo de vendimia. Este año y debido a la ola de calor que tuvo lugar a mediados de agosto, se adelantó unos días, comenzando con la recogida de sus uvas chardonnay. El resto de uvas que crecen en las viñas, cabernet sauvignon, syrah, merlot, tempranillo y petit verdot, se fueron recogiendo paulatinamente en las semanas siguientes, dando por concluida la vendimia 2021 el 18 de octubre.
Una distinción principal de los vinos de Dehesa del Carrizal es que son Vinos de Pago, la más alta calificación que otorga la administración, están pues en la cima de la pirámide, por delante del resto de Denominaciones de Origen, así como del total de categorías. Esto no quiere decir que este vino sea el mejor, pero sí que es un vino diferente, con carácter propio. Esta prestigiosa posición supone para esta bodega un orgullo, pero también una mayor responsabilidad y exigencia a la hora de elaborar sus vinos.
Por este motivo cuidan artesanalmente todos los procesos durante la recogida de la uva: recogen los racimos a mano, con delicadeza, en cajas de 12 kilos. La proximidad de las viñas a la bodega, todos sus viñedos se localizan dentro de la finca, les permite que en pocos minutos ya estén reposando los racimos en la cámara de frío. Allí permanecerán toda la noche para comenzar la vinificación al día siguiente con una temperatura homogénea de 6 grados (así evitan prefermentaciones y consiguen que las bayas lleguen enteras a la doble mesa de selección). Eligen racimos, que pasan a la despalilladora si están en perfecto estado, aunque en algunos de sus vinos, como en el chardonnay, utilizan el racimo entero para fermentar una parte de esta variedad y también se utiliza una parte del raspón para el syrah, de esta forma se obtienen mayor variedad de matices.
Por supuesto, vinifican cada parcela por separado, incluso hay zonas de parcelas que también las vinifican aparte. Es un proceso más lento, minucioso y también, más artesano, pero el resultado bien merece la pena.
Sus vinos deben de estar a la altura de lo que la naturaleza les regala. Por eso mismo, el lema de la bodega es: “Dehesa del Carrizal, en armonía con la tierra “, y esta frase se graba a fuego en cada una de las botellas que elaboran. Este esfuerzo tiene una recompensa final: el disfrute de cada copa de vino por parte de sus clientes, así lo demuestran también los múltiples premios y reconocimientos recibidos desde el principio, lo que los anima y obliga, cada día, a superarse en la elaboración de estos fantásticos vinos de Pago.