Por Pablo Díaz-Pintado
La decisión del Consejo de Gobierno de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha de declarar el 30 de noviembre ‘Día de la variedad airén’, coincidiendo con la festividad de San Andrés, de gran simbolismo vitivinícola, parece confirmar la evolución que ha experimentado, en los últimos años, la uva blanca más cultivada de España desde el ostracismo generalizado a un creciente y justificado prestigio.
La reina vitícola indiscutible de los campos manchegos se revela generosa y ofrece volumen, grosor, expresión varietal y aptitud para guarda cuando se busca en ella concentración y se elabora adecuadamente, especialmente en determinados suelos y en viñedos viejos de bajo rendimiento, explica Antonio Morata, ingeniero agrónomo y profesor de Tecnología Alimentaria en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). El experto hace hincapié en el valor indiscutible de los «airenes parcelarios de gran mineralidad y con mucho potencial de envejecimiento», aquellos que muestran una «evolución compleja y matices sutiles, a la vez que intensos y evocadores».
La variedad, localizada casi en su totalidad en Castilla-La Mancha (98%) ocupa 182.00 hectáreas en la comunidad autónoma, un total del 48% del viñedo regional

Frente a algunos vinos que ahora comienzan a percibirse como fatuos y, en ocasiones, monótonos, «podríamos reivindicar», sostiene Morata, «la complejidad de lo sencillo, la elegancia de lo austero, el reflejo dorado de una tierra que es el viñedo del mundo». Una uva que, a veces, adquiere caracteres ampulosos, telúricos y ancestrales, como si fuera consciente de sus enormes posibilidades y hubiera decidido celebrar su nuevo papel con la conmemoración de una efeméride a la altura de su nuevo rol vitivinícola.
Tras el anuncio del gobierno autonómico, el Consejo Regulador de la DO La Mancha, emblema histórico de la variedad, ha expresado su agradecimiento por una decisión que considera “un paso importante para que esta uva cuente con un día específico de reconocimiento global”, al igual que ya sucede con otras muchas variedades en todo el mundo: tempranillo (13 de noviembre -celebrado el segundo jueves de noviembre-), albariño (1 de agosto –primer domingo de agosto-), chardonnay (22 de mayo), sauvignon blanc (2 de mayo –primer viernes de mayo-), cabernet sauvignon (4 de septiembre –primer jueves de septiembre-), syrah (16 de febrero), bobal (16 de octubre), verdejo (segundo viernes de junio), monastrell (primer miércoles de octubre), garnacha (tercer viernes de septiembre).
En este sentido, el consejo regulador suscribe las palabras del consejero de Agricultura, Julián Martínez Lizán, que ha subrayado la necesidad de revalorizar una variedad típicamente castellanomanchega que, a su juicio, está consiguiendo que los vinos de la región “se sigan vendiendo en los mercados nacionales e internacionales frente a lo que está pasando en otras regiones”.
Los responsables de la denominación con sede en Alcázar de San Juan entienden que esta actuación se enmarca en una política de defensa de la variedad autóctona más representativa de Castila-La Mancha, presente en distintas denominaciones de origen, pagos vitícolas, así como en la Indicación Geográfica Protegida Vinos de la Tierra de Castilla, sin olvidar los vinos varietales sin IGP pero con variedad y añada.
Se trata, sin duda, de la vinífera que más riqueza ha aportado al campo manchego en el último siglo de historia, debido fundamentalmente a una versatilidad que la hace ideal tanto para elaborar grandes blancos como vinos ligeros y agradables y, por supuesto, también para aprovecharla como materia prima base destinada a alcoholes vínicos y mostos. “En definitiva”, explican fuentes del consejo, “un tesoro regional, que hay que cuidar y potenciar”.

Un hecho sorprendente y desconocido
A este respecto, hay que tener en cuenta que el valor de las exportaciones españolas de mosto, vinagre y aromatizado (en gran medida, elaborados con la variedad airén) ya supera al del cava y el resto de vinos espumosos españoles. El boom que han experimentado los “otros productos vitivinícolas”, con alzas del 29 % en valor y del 42 % en volumen, pulverizó las expectativas y se convirtió en la gran revelación de 2024.
El hecho de que la facturación exterior de estos “otros productos vitivinícolas”, mayoritariamente en manos de grandes empresas locales y cooperativas, haya logrado rebasar al imperio de las burbujas, dominado por potentes multinacionales integradas en la DO Cava, fondos de inversión y una nutrida nómina de pequeñas y medianas bodegas, da perfecta cuenta de la enorme dimensión económica que la uva airén ha adquirido en el mercado internacional. El sorpasso protagonizado por las bodegas comercializadoras de mosto, vinagre y aromatizado, en buena parte de origen castellanomanchego, supone un hecho sin precedentes y abre un escenario inédito dentro del reparto de la tarta vitivinícola exterior.
Cifras impresionantes
La variedad airén, localizada casi en su totalidad en Castilla-La Mancha (98 %), ocupa más de 182.000 hectáreas en la comunidad autónoma (42 % del total del viñedo regional), de las que 80.000 están amparadas por la DO La Mancha. En definitiva, cifras impresionantes para una variedad que, además de ser la uva blanca más cultivada de España, abriga unas posibilidades tan insospechadas como inexploradas.
Por lo que se refiere a sus características más destacadas, se trata de una variedad productiva y con una gran capacidad de resistencia frente a los rigores del clima del interior peninsular, con veranos muy calurosos y bajas precipitaciones. Una uva que se adapta perfectamente a la climatología que le es propia, de cultivo sencillo y poco propensa a sufrir enfermedades. Que precisa un consumo moderado de agua y ofrece un grado alcohólico que oscila entre los 11 y los 13 %. De brotación tardía, su cosecha se suele generalizar a mediados de septiembre en la mayor parte de los majuelos manchegos. Una reina discreta y elegante que, finalmente, ha presentado sus credenciales ante la corte vitivinícola, ese mercado real que da y quita razones.