sábado, abril 20, 2024
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    El periodista José Luis Martínez ultima su nuevo libro sobre las bodegas de Valdepeñas

    José Peñín aseguraba hace 43 años que “cuando en La Rioja se asentaban los cimientos de su primera bodega mercantil: Marqués de Riscal, ya en Valdepeñas, Luis Palacios llenaba un tren diario de vino para beberse con fruición en la Villa y Corte”.

    Afirma que por historia Valdepeñas no se merece tener el Consejo Regulador cerrado, cuando fue una de las indicaciones más antigua de España

    Sobre la historia de los vinos y las bodegas de Valdepeñas lleva buceando 23 años el periodista José Luis Martínez para incidir en un pasado glorioso, que dista mucho de la situación actual, en el que la sede de la Denominación de Origen permanece cerrada. Al menos, la inminente publicación de “El Vino de Valdepeñas a través de sus bodegas”, supone una noticia positiva de una de las indicaciones de calidad más antiguas de nuestro país, reconocida ya en 1932.

    ¿Cuándo empezó a investigar sobre la historia del vino de Valdepeñas y qué aportará esta nueva publicación con respecto a su libro de bodegas publicado en 2005?

    Cuando asumí la Dirección del Museo del Vino de Valdepeñas fui consciente de que los valdepeñeros no nos habíamos preocupado de demostrar nuestro pasado vitivinícola, en una ciudad en la que, como dice mi paisano y familiar Joaquín Brotóns “cada valdepeñero es un vinatero, un bodeguero”. En mi primer libro aproveché todos los elementos que hacían de notarios de ese pasado: postales, etiquetas, carteles, publicidades, guías, testimonios, etc., pero, lo que en un primer momento iba a ser una segunda edición, se me ha ido de las manos.

    El autor del libro, José Luis Martínez (izquierda) junto a los colaboradores Anabel Megía, Tomás Megía, Joaquín Brotons, que además prologará el libro y Fran Cerceda

    “El Vino de Valdepeñas a través de sus bodegas”, en relación al anterior, se remonta mucho más allá al punto de partida anterior, que era la descripción de la bodega del Marqués de Santa Cruz en 1774, y va mucho más allá de la creación definitiva del Consejo Regulador en 1968. De hecho, el subtítulo del libro es “De los vestigios íberos a los Súper-Valdepeñas”, acabando, por tanto, en nuestra época actual y con el viento fresco que han traído enólogos como José Manuel Corrales, Pepe Sánchez-Barba, los Lucendo o Asun Yébenes, entre otros muchos”.

    Cerro de las Cabezas

    ¿Se puede asegurar que en el yacimiento íbero del Cerro de las Cabezas ya se elaboraba vino?

    Desde luego, conocían el cultivo de la vid y no era silvestre, pero no podemos asegurar que se elaborara vino. Al margen de los contrapesos de prensas de viga que se utilizaban en los alrededores para elaborar vino y aceite y que han podido rescatarse, pero ya de época romana, los precedentes más fiables nos los dan las bodegas romanas aparecidas en los últimos años en la zona de “Aberturas”, Consolación de la Nacional IV actual, y en el Peral. Curiosamente, los hallazgos se descubrieron con la construcción de sendas rotondas. En otros yacimientos que conozco, como el de la familia Vivanco en Rioja Baja, enviaron a analizar a Manchester las pepitas de uva para analizar variedades, aunque lo determinante es que en recipientes aparezcan restos de los denominados ácidos del vino: succínico, tartárico, etc.

    Calendario de 1960 de Bodegas Salvador Galán, casa fundada en 1794

    Marqueses de Santa Cruz

    ¿Cuáles serían las bodegas más antiguas en Valdepeñas?

    Con una estructura comercial compleja, y con ciertas dimensiones, hablaríamos de las bodegas de los respetivos marqueses de Santa Cruz, que contaban con una bodega en las inmediaciones de la Plaza y con otra, de mayores dimensiones, en la zona de San Marcos, donde también controlaban los tributos de la producción de la fábrica de alcohol.

    Sin duda, en esa zona, que era en su día la entrada norte desde el Camino Real de Madrid, donde estaban las ventas y las casas de postas es donde los trajineros como Trapote empezaron el comercio a gran escala con la capital de España desde la última década del siglo XVII. El propio callejero de la zona nos ayuda, porque allí está la calle Tercia y la calle Postas.

    En cuanto a fechas concretas, los Morales, familia originaria de la bodega en la que se asienta el Museo del Vino, tienen antecedentes desde 1765; mientras que la familia Galán conserva una piedra con una inscripción de 1794 que he tenido la suerte de fotografiar y “La Sagrada Familia” remonta su actividad a 1796. He encontrado, no obstante, una etiqueta contemporánea de la familia Santamaría y Merlo con la leyenda “bodegueros desde 1430”, pero en los contactos que he tenido con estas familias no he conseguido ningún dato más contundente, aunque, sin duda, hablamos de dos de los apellidos y sagas más ilustres de Valdepeñas.

    Luis Palacios

    Si tuviera que destacar a algún bodeguero por encima del resto, ¿a quién destacaría?

    Sin duda, a Luis Palacios, porque fue todo un personaje. Fue también alcalde en dos periodos, en 1920 y en la década de los treinta. Era, además, cuñado de Miguel Caravantes e incluso tuvo que asumir, tras su muerte, la gestión de su bodega, que ha llegado hasta nosotros como “Bodegas Los Llanos”. Luis Palacios se funda en 1870 y participa de la época más gloriosa de los Valdepeñas, dado que se benefició de la creación de la línea del ferrocarril en la decena anterior. Contaba con cubería, fábrica de alcohol, con una “bodega monstruo de seis filas de tinajas” e incluso propició la creación de un colegio cuyo nombre ha llegado a nuestros días en sus inmediaciones.

    Pero hubo otros muchos y muy importantes como Vicente Cornejo, Ramón Caravantes, los Tarancón, los Ruiz de León, los López-Tello… La relación sería interminable porque incluyo más de un millar de bodegas en las relaciones finales, porque sólo en el padrón de bodegas de 1975 había contabilizadas 424 firmas.

    José Luis Martínez junto a su mujer, Pilar, con un Valdepeñas en la copa

    Mensaje positivo

    ¿Y cómo cree que se ha llegado a la situación actual?

    En mi caso quiero transmitir con mi libro un mensaje positivo, aunque sigo pensando que por ubicación, comunicaciones, clima, suelo, variedades y resto de condicionantes pudimos ser la primera denominación de origen de España si hubiéramos cuidado algunos aspectos y no hubiéramos olvidado todo aquello que nos hizo que fuéramos altamente demandados en numerosos mercados, porque a finales del siglo XIX Luis Palacios ya vendía a Rusia y gracias a los documentos que he manejado de Domingo Ruiz de León se pueden demostrar transacciones comerciales, sobre todo, a Filipinas, donde su hermano Eleuterio vivía grandes periodos de tiempo.

    La verdad es que me da bastante pena ver la sede del Consejo Regulador cerrada, donde nos remiten a la dirección de la Consejería de Agricultura de la Junta de Castilla-La Mancha, porque Valdepeñas suena, huele y sabe a vino y porque por historia no se merece esta situación, dado que somos una de las indicaciones más antiguas de España. De hecho, ya se reconocía en el Estatuto de 1932 y su proclamación definitiva vino en 1968. Tampoco puedo ser objetivo, porque como experto en comunicación creo que se podrían haber manejado mucho mejor muchas situaciones que no han hecho más que ir tirando por tierra el esfuerzo de generaciones y generaciones de valdepeñeros.

    Por último, ¿cuándo verá la luz el libro?

    Como soy miembro de la Asociación de Escritores y Periodistas del Vino (AEPEV), he propuesta a mi colectivo para que mi presentación pueda ser una de las actividades paralelas en FENAVIN el próximo mes de mayo. Ahora mismo, a la espera de poder completar algún epígrafe suelto y a hacer las últimas correcciones, el libro estará maquetado en un par de meses e impreso un mes antes de la presentación. Al menos, esa es mi intención.

    Además, tengo la suerte en el libro de contar como prologuista con el poeta Joaquín Brotóns y con artículos de los ex presidentes Enrique Martín-Peñasco y María Isabel Mijares. Tampoco puedo olvidar a Tomás Megía, a la licenciada en Historia Anabel Megía, al doctor en Historia Fran Cerceda y a todos los que me han ayudado en la elaboración de este libro.

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