Hace poco me congratulaba porque me decían unos clientes que la cultura del vino estaba muy en auge en Castilla La Mancha. Son un grupo de amigos que disfrutan del turismo de interior y viven la gastronomía con entusiasmo y me comentaban que les encanta visitar localidades e ir de barra en barra viendo qué se consume y cómo. Así, me afirmaban que en el interior hace unos años el vino tenía poco consumo en las barras más populares y afirmaban que era por una oferta y servicio nefasto. Ahora salta a la vista que eso ha cambiado. Lo llaman “la cultura del vino”. Yo lo llamo cultura a secas, porque el sexto sentido, el sentido común, me dice que a mejor oferta mayor demanda, que si el servicio es bueno el consumo crecerá, si los precios son justos más aún.
Dice la Real Academia Española, que cultura es: “conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.” No me canso de decir que el vino es un alimento, aquellos que lo tachan de bebida alcohólica o lo tratan como tal son unos ignorantes que sólo buscan dañar la imagen de un producto que posiblemente desconozcan o aborrezcan, hay gente para tó, mirusté.
El vino tiene un gran importancia en la cadena alimentaria
El vino tiene una gran importancia en la cadena alimentaria, e igual que nadie le apetece un refresco o cerveza caliente o disipado, merece una especial atención y cuidados como alimento perecedero que es. Independientemente si es blanco rosado o tinto, da igual que sea espumoso o tranquilo, tiene un plazo de consumo óptimo y unas fórmulas de conservación necesarias, por supuesto una vez abierta la botella todo se encrudece y hay unos plazos muy breves para que ese vino se mantenga en buenas condiciones, pero eso debería ser algo que el cliente obviara y que el profesional supiera y respetara, como creo que la gran mayoría hace. La ignorancia es atrevida, insolente y deslenguada. Hace mucho que un gran camarero me dijo “el que mucho habla o mucho miente o mucho yerra”.
Así que en cuanto al vino como en todo, los charlatanes son los que más ruido hacen y menos nueces traen. Desde mi punto de vista el cliente debería encontrar un buen producto y en buenas condiciones de consumo siempre, sea líquido o sólido lo que requiera, sin necesidad de ser un experto ni en carnes, pescados o vinos. Y naturalmente dar por hecho que el profesional estará a la altura de las expectativas, que le ofertará de una manera sencilla el producto y se lo servirá de una manera satisfactoria.
Conocer a grandes rasgos la diferencia entre un vino de una zona u otra, o por variedades, ya me parece digno de llamarse cultura. Imagino que todo el mundo sabrá lo que le gusta o no… Pero lo que si considero de alguien culto es la necesidad de consultar y la capacidad de probar. La ignorancia no es un delito, es una cualidad innata del ser humano, por acto reflejo e instinto no aprendemos lo suficiente en este mundo tan inquieto. Siempre hubo algún maestro que nos enseñó, y en algún momento nuestra curiosidad o la necesidad nos llevó a aprender, tradiciones e innovaciones, llámelo como quiera, para mí es cultura. A su servicio.
Adán Israel, Camarero. Presidente de la Asociación de Sumilleres Manchegos (ASUMAN)
Muy buen articulo
Nos ha gustado mucho el artículo, gracias!