lunes, julio 14, 2025
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    Jesús Jiménez, el enólogo toledano de Numanthia, la bodega del emporio del lujo en España

    Sus deseos de juventud se han visto cumplidos con creces. Ya desde muy joven, Jesús Jiménez Fernández (Miguel Esteban-Toledo, 1976) ayudaba en la viña y en la bodega familiar de su abuelo Juan Jiménez con el no oculto deseo de dedicar su vida a la viticultura. No solo consiguió hacer realidad aquellos anhelos de juventud, sino que ha llegado a la cima mundial de la profesión, tanto en la viticultura como también en la enología al ocupar el puesto. Desde 2018 es director técnico de Bodegas Numanthia, perteneciente a la multinacional del lujo Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH), emporio de origen francés del que es propietario el multimillonario, Bernard Arnault y su familia.

    Nacido en Miguel Esteban es director técnico de Bodegas Numanthia, la bodega del grupo LVMH, desde 2018

    Ingeniero Técnico Agrícola por la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Albacete, Jesús Fernández, estuvo tres años de becario en el Centro Regional de Estudios del Agua, mientras intentaba terminar, lo que finalmente no consiguió, el grado superior de esa ingeniería. Ese primer trabajo estuvo centrado en desarrollar un proyecto de riego por goteo para optimizar el uso del agua en la viticultura, buscando el equilibrio entre calidad y cosecha. Durante esos años hizo también el Master en Viticultura y Enología.

    Jesús Jiménez trabajó durante 8 años en la bodega castellano-manchega Finca Los Nevados de Socuéllamos, ya desaparecida

    Su primera experiencia profesional la desarrolló en su tierra natal, concretamente en la ya desaparecida bodega Finca Los Nevados, situada en Socuéllamos. Allí llegó como director de Viticultura en 2002, cuando solo había 15 hectáreas plantadas de la variedad syrah. Cuando se fue, a los ocho años, contaba ya con 140 hectáreas de viñedo. Fue una de las primeras fincas en las que se utilizó la dendrometría, técnica para medir el diámetro en micras del tronco de la planta. Jesús Jiménez recuerda con orgullo que en aquella época disponían de tecnología puntera para conseguir, gracias al uso inteligente del agua las mejores uvas para la vinificación. Allí también comenzó a trabajar como enólogo, cuando lo dejó el que había hasta entonces en la bodega. Con muchísimo afecto recuerda aquella época al haber contado con la colaboración de los enólogos externos Pepe Hidalgo Togores para la elaboración de tintos y Ana Martín para los blancos.

    “Para mí -apunta Jesús Jiménez- fueron años muy fructíferos en cuento al aprendizaje de conceptos enológicos para mi trabajo futuro gracias a las enseñanzas de dos grandísimos profesionales. La viticultura ya la trabajaba muy bien. Con ellos perdí el miedo a meterme en bodega”.

    Rueda y Toro

    No menos trascendentales fueron las enseñanzas que recibió de sus nuevos jefes, una vez que tras la crisis de 2008 la bodega de Socuéllamos tuvo que cerrar. Después de unos meses trabajando en casa, recibió una oferta para hacerlo en Rueda y Toro, nada menos que en la bodega que Francois Lurton tiene en la denominación de origen vallisoletana y en la que junto a Michel Rolland gestionan al 50% en Toro. Allí comenzó a trabajar en 2009 como responsable de enología y viñedo, en las dos bodegas. “Aprendí -comenta Jesús Jiménez- una enología mucho más internacional, de la mano de los mejores expertos mundiales. Me situé a la altura de los grandes elaboradores de tintos y blancos, viajaba continuamente a Burdeos. En definitiva, aquella experiencia me aportó una visión mucho más abierta e internacional del mundo de la enología”.

    En 2017 Jesús Jiménez consideró que aquella interesantísima etapa había llegado a su fin. Rápidamente encontró trabajo en Mallorca en Bodega Castells Miquel en el pueblo de Alaró en la zona de Benissalem. Fue como asesor en viticultura y enología y al final se quedó como director técnico y “casi” como gerente. Allí estuvo 11 meses, en un proyecto que al principio consideró exótico y que al final le atrajo profundamente, pero no hasta el punto de poder resistir la llamada de Bodegas Numanthia en 2018.

    En la bodega zamorana, perteneciente a la cada vez más cotizada DO Toro, el enólogo toledano, encontró 150 hectáreas de viñedo, de las que 86 eran en propiedad y el resto, repartidas en leasing y en contratos de larga duración con viticultores de la zona que siguen a rajatabla los métodos de trabajo instaurados por los responsables de la bodega. Entre esas hectáreas de viñedo hay auténticas joyas, entre ellas cepas de más de 200 años. La edad media del viñedo se sitúa en los 70 años. El 98% de la viña de Bodegas Numanthia es de la variedad tinta de Toro. El 2% restante está compuesto por garnacha y las variedades blancas malvasía castellana y albillo real. La producción anual oscila entre las 400 y las 450 toneladas. Jesús Jiménez señala que “vendimiamos lo que necesitamos para satisfacer nuestra demanda futura”.

    Tinta de Toro

    Las ventas de la bodega se cifran en unas 300.000 botellas anuales de vino tinto, elaborado al 100% con tinta de Toro (Termes, Numanthia y Termanthia), además de una pequeña proporción de blanco (Termes).

    Termes sale al mercado a los tres años de ser cosechado, con 14 meses en barrica de roble francés y un precio de 25 euros. Numanthia se comercializa después de cinco años de ser elaborado, con 18 meses de barrica de roble francés y un precio de 50 euros. Finalmente, Termanthia alcanza un precio de 250 euros y se pone a la venta tres siete años de espera y una crianza de 24 meses reposando en barricas de roble francés.

    Estos vinos se venden tanto en España como en el mercado exterior. Termes en un 80% en el mercado nacional, mientras que Numanthia y Termanthia se venden en tres partes casi iguales en España, Estados Unidos y en el resto del Mundo.

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