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    Salud cardiovascular y vino

    Manual Rayo Gutiérrez. Médico especialista en Cardiología. CLÍNICA CARDIORREAL

    En España, desde el año 2023, son las enfermedades neoplásicas (el cáncer) las que ocupan el primer puesto como causa de muerte, por delante de las cardiovasculares. Sin embargo, la repercusión socioeconómica y en años de calidad perdidos por su padecimiento son muy importantes y, lo seguirán siendo.

    La enfermedad cardiovascular, tiene como principal etiología el proceso patológico de arterioesclerosis (acúmulo de placas de grasa o lípidos en la pared de las arterias). Este, se inicia de forma progresiva desde incluso los años de juventud con una velocidad de progresión más o menos variable en función de diversos factores genéticos, patológicos asociados y medioambientales. Uno de estos últimos resulta ser la dieta, lo que ingerimos para alimentarnos.

    El ensayo clínico publicado en la Revista Europea de Cardiología avala el consumo moderado de vino en individuos que no presenten contraindicaciones formales

    El cardiólogo Manuel Rayo

    El estudio PREDIMED, concebido y desarrollado por investigadores españoles, entre ellos y siendo uno de sus principales autores el profesor Dr. Miguel Ángel Martínez González, catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Navarra y profesor asociado del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard en Estados Unidos. En dicho estudio quedo demostrada la superioridad de la dieta mediterránea para la obtención de beneficios en cuanto a salud cardiovascular se refiere.

    El vino ha formado parte de la dieta mediterránea desde hace miles de años. Esta bebida fermentada de la uva, aparte de agua (75-90% de su composición), contiene etanol (15-10%), glicerol (0,5-1,5%) y otras más de 1.000 sustancias, de entre las que destacan los compuestos fenólicos, el resveratrol como el más destacado.

    El resveratrol tiene un potente efecto antioxidante sobre el LDL-colesterol (colesterol malo), aumenta las HDL colesterol (colesterol bueno), disminuye la actividad inflamatoria y la procoagulante, con un efecto antienvejecimiento e hipotensor. Todo ello contribuye a frenar la velocidad de instauración del fenómeno arterioesclerótico. También se ha postulado a través de distintos metanálisis (unión de varios estudios evaluados conjuntamente) sobre un posible efecto protector del vino sobre el cáncer renal y de pulmón.

    En cualquier caso, el vino ha sido una bebida denostada y atacada, principalmente por su contenido etílico. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un consumo nulo de alcohol, pero basando su dictamen en estudios de cohortes (de menor categoría e inferencia científica que los ensayos clínicos), principalmente realizado o con datos provenientes de los países del norte de Europa y Norteamérica, donde el consumo de bebidas destiladas es muy superior al de las fermentadas, con una graduación muy superior y prácticamente nula presencia de polifenoles en las destiladas. Esto ha creado una polémica científica, que aún perdura, a pesar de los resultados del último ensayo clínico publicado en la Revista Europea de Cardiología, y que avala el consumo moderado de vino en aquellos individuos que no presenten contraindicaciones formales, por edad o por padecer enfermedades que hagan prohibir el consumo de alcohol).

    A modo de ejemplo, no sería razonable inferir las mismas conclusiones, cuando estudiamos los accidentes de tráfico de los vehículos a motor, que si lo hiciéramos refiriéndonos exclusivamente a los tractores.

    Ensayo clínico

    En este ensayo clínico aleatorizado compararon dos poblaciones (685 pacientes consumidores de vino y 547 pacientes controles o no consumidores) durante una media de nueve años. Se utiliza el ácido tartárico urinario como biomarcador objetivo del consumo de vino confesado por los participantes del primer grupo. La investigación se realizó dentro del marco del ensayo PREMIDEM. Los resultados mostraron que concentraciones moderadas de ácido tartárico en la orina, equivalente a un consumo ligero a moderado de vino (3-35 vasos al mes) se asociaron con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular.

    Este hallazgo sugiere que los compuestos bioactivos presentes en el vino pueden tener efectos cardioprotectores y constituye la evidencia científica más sólida en este sentido hasta la fecha. El estudio destaca la importancia de utilizar biomarcadores objetivos para evaluar el consumo de vino y su impacto en la salud cardiovascular, superando las limitaciones de los informes autodeclarados.

    En el marco incomparable de FENAVIN 2025 (6-8 de mayo) tendremos la oportunidad de oír de palabras del propio profesor Martínez González, cuáles fueron los pasos dados, como fue el proceso de diseño y puesta en marcha del estudio, que tan importante es en la defensa de un consumo moderado y adecuado (3-35 copas al mes y no más de 2 al día) de vino en aquellas personas, y vuelvo a repetir, que no tengan contraindicaciones formales para hacerlo. Compartirán mesa de diálogo con el profesor Martínez, dos afamados profesionales de la medicina ciudadrealeña, el Dr. José Manuel Flores Barragán, neurólogo del Hospital General Universitario y el Dr. Ignacio Sánchez Pérez, jefe del servicio de Cardiología del mismo centro.

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